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Los coches de Lima (página 2)



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II

Que trata de las
calesas, balancines, coches y del número de ellos en Lima,
del adoquinado y empedrado de las calles y de los primeros coches
de alquiler

Antonello Gerbi sostiene que le parecen increíbles las
cifras transmitidas por cronistas y viajeros que a fines del
siglo XVII anotaban la existencia de 4,000 unidades, entre coches
y calesas, las mismas que llegaban a 5,000 ó 6,000 en el
año de 1740. ([6]) Sensata la duda
de Gerbi, tomando en cuenta la reducida red de caminos urbanos y la
población de la época.

En el año de 1815, informaba una comisión
nombrada por el Virrey Don José Fernando de Abascal con el
fin de estudiar nuevos arbitrios, que no había tenido
tiempo de
adquirir una noticia exacta de los carruajes que ruedan en esta
ciudad; pero por un calculo aproximado parece ser existen 230
coches particulares 1500 calesas y 150 balancines
públicos. Las calesas particulares en Lima de los siglos
XVII, XVIII y mediados del XIX eran de sólo dos ruedas y
tiradas por una mula montada por el calesero, comúnmente
con capacidad para dos pasajeros, pero en algunos casos adaptado
para cuatro, y servían para movilizarse en la ciudad. En
cambio el
balancín era un vehículo un poco más pesado,
apto para viajes
más largos como a Miraflores, Barranco, Chorrillos o el
Callao, también era de dos ruedas
([7]) pero tirado por dos caballos, uno de
los cuales era montado por el balancinero, tipo por lo general
alegre y cantor de coplas con las que alentaba a sus flacos
caballos. De ahí el dicho de la época: "tan flaco
como caballo balancinero".

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BALANCIN Y BALANCINERO

El coche, ([8]) vehículo de
cuatro ruedas, era un vehículo de mayor distinción
y costo, como
también de menor uso, sólo lo poseían
condes, marqueses y personas de pergaminos. Estos
vehículos eran arrastrados por cuatro mulas a diferencia
del coche del Virrey que era tirado por seis caballos. Tanto
calesas como balancines y coches llevaban a los costados faroles
de aceite o de
velas, que iluminaban fugazmente las noches limeñas,
acostumbradas al traqueteo de sus ruedas golpeteando el
pésimo empedrado de la ciudad.

Los caleseros de los funcionarios públicos, laboraban
con traje de paño adornado con franjas de oro o de
plata, sombrero de tarro con escarapela y espuelas de plata; los
de los particulares solo con su capa, sombrero de tarro, pero sin
escarapela ni franjas.

Avanzada ya la
República, en el año de 1851, aparecen los
primeros coches de alquiler, antecesores de los actuales "taxis",
los cuales fracasan por la deficiente calidad de los
animales de
tiro y su mala alimentación,
así como por el mal estado de las
vías, que no solo destruían los coches sino que,
contribuían a la
contaminación del ambiente tal
como nos lo comenta Atanasio Fuentes:

"… el empedrado del centro de las calles es el peor
imaginable en su clase; formado
de piedras redondas, no ofrece una superficie plana e igual, sino
un piso que no sólo es incómodo y molesto para los
que andan a pie, sino para las bestias y carruajes. No hay bestia
que al cabo de cierto tiempo no sufra o se malogre los pies, y la
conservación de un carruaje es doblemente costosa, por las
frecuentes descomposturas que ocasiona la desigualdad del piso;
únase a estas circunstancias la que muchas calles
estén atravesadas por acequias artificiales, cuyas aguas
se desbordan por el menor obstáculo que encuentran en su
curso, resultado de esto, frecuentes aniegos que imposibilitan el
tránsito, o que, cuando menos, lo hacen bastante
molesto…" ([9])

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Lima siguió empedrando sus calles en
las primeras décadas del siglo XX.

El asunto del desborde de las acequias, que nos menciona
Atanasio Fuentes y que como hemos tratado anteriormente, dio
origen a la primera disposición sobre el transito en la
ciudad. Fue preocupación de muchas generaciones. Dos
siglos después de esta primera ordenanza; el 30 de mayo de
1766 un Decreto del Virrey Don Manuel de Amat y Juniet
prohíbe la circulación de carretas y carretones por
daños en las acequias y puentes, ordenando sanciones que
establecían el decomiso de vehículos y bestias por
la infracción. Pero también fue permanente asunto,
el del infame pavimento de la ciudad, el mismo que describe
expresivamente el limeño Pedro Dávalos y Lisson
en el capitulo II de su obra "Lo que es hoy Lima y lo que
será mañana" publicada en el año
1900
:

".Nada se impone con mas fuerza en esta
ciudad de Lima, Como la necesidad de un nuevo pavimento. Salvo
honrosas excepciones hechas en poquísimas calles de las
avenidas centrales, el pavimento de la ciudad de los reyes, es
muy malo para el trafico de personas, animales y carruajes; muy
feo para vista; muy dificultoso para su perfecto aseo; y muy
adecuado para almacenar en sus considerables millones de
agujeros, gérmenes propios para acabar con la salud de Lima. En todas las
ciudades donde existe un pavimento igual a este empedrado
limeño, es costumbre sentar las piedras y cubrir los
intersticios que ellas forman con mezcla de cal y arena; trabajo
necesario en los lugares que llueve mucho, pues si el material
que rodea las piedras fuera tierra o
arena, como aquí pasa, las aguas las arrastrarían
con facilidad y las piedras quedarían en el aire. De manera
que en época de lluvias esos empedrados con mezcla son
lavados durante 6 meses y todo germen orgánico depositado
en los intersticios desaparece; pero en Lima, en donde la arena
del empedrado es barrida por las escobas de la baja
policía y los intersticios de los agujeros queda
reemplazada por el estiércol de los animales, la tierra que
baja de los techos inmediatos y la inmundicia nocturnamente
arrojada a la calle, y esparcida en gran radio por viejos
traperos y perros
hambrientos, es de suponer que grande será la cantidad de
materia
orgánica en descomposición que rendiría al
análisis la tierra que circunda las piedras
del pavimento. Y como no llueve torrencialmente y día a
día se renueva con aumento la acumulación de
materias estexcolicas, los esputos y eliminaciones úricas
de los transeúntes y toda inmundicia sólida no
soluble en agua, que el
vecindario arroja por las noches." (SIC)

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V

Que trata de la
reaparición de los coches de alquiler, de las
estadísticas de la época y de cómo Atanasio
Fuentes le corrige la plana a la Municipalidad

El servicio
regular de coches de alquiler se reinicia en el año 1856,
por iniciativa del Señor José Suito, con 6 coches
nuevos y mejores caballos. A partir de esta reaparición,
el negocio "marcha sobre ruedas". Tan así es que en el
año del 1857 aparecen registradas en el Municipio las
siguientes unidades:

Coches de alquiler…………………. 24

Calesas de alquiler…………………. 7

Coches particulares………………… 48

Calesas particulares……………….. 65

Pero, como los Registros y las
estadísticas de nuestra ciudad hace 153
años, como hoy, no eran tan exactas que digamos; Manuel
Atanasio Fuentes tuvo la paciencia de efectuar un inventario del
Parque Móvil de la época, llegando al resultado
siguiente:

Coches de alquiler…………………….
31

Calesas de alquiler…………………… 11

Balancines de alquiler………………… 14

Coches particulares………………….. 91

Calesas particulares………………… 102

Birlochas particulares……………….. 69
([10])

En el año de 1858, ya ascendían a 96 los coches
de alquiler los cuales se estacionaban la espera de pasajeros,
principalmente, en la Plaza de Armas o Plaza
Mayor, en la Plaza Bolívar,
en la Plazuela del camal y en la puerta del Teatro San Juan
de Dios ubicado en los terrenos que hoy ocupa el hotel Bolívar frente a la
estación del ferrocarril al Callao.

Y en lo referente a los animales de tiro, de carruaje, de
acarreo de agua y los que servían de cabalgadura de sus
amos, en este mismo año de 1858 se contaban en Lima
con:

1,589 Caballos

1,169 Burros

1,098 Mulas ([11])

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Que
trata del Reglamento municipal de carruajes, de las primeras
placas, los primeros brevetes y las primeras revisiones
técnicas

Las autoridades de aquellas épocas consideraron
oportuno reglamentar el servicio. Porque les contare sufridos
usuarios del transporte
urbano; que a los transportistas en esto de la legislación
y la normatividad del servicio les cae como anillo al dedo ese
refrán que dice "dadiva tardía no es agradecida".
". Y es que en nuestra querida Lima, usualmente los reglamentos
se aprueban cuando los servicios
tienen ya algunos años de operación informal y han
causado daños y grandes perdidas. Pruebas al
canto, el servicio de colectivos que se reglamento luego de una
histórica huelga en
1931, el de microbuses, el del servicio rápido y
últimamente el de moto taxis.

Desde el 5 de junio de 1874 la ciudad cuenta con el Reglamento
Municipal de Carruajes, del que es importante anotar que en
él, entre otras disposiciones se establece, que los
vehículos deben llevar pintados los números
señalados por el municipio, en el caso de los particulares
se establece una plancha de metal (primeras placas) que
los cocheros deben poseer una libreta de registro
(primeros brevetes) y que los vehículos para ser
autorizados deberían pasar por una inspección, la
misma que se repetiría anualmente (primeras revisiones
técnicas o constatación de
características)

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Que
trata del
café del gringo Drago, de cómo en Lima se
podía solicitar un coche por teléfono, sus tarifas
a finales del siglo XIX y su desaparición los primeros
años del siglo XX

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Extraordinaria foto del "Cooffe House" de
Carlos Drago en la esquina del Jirón de La Unión
(calle Boza) y la calle San Cristóbal del tren.

A finales del siglo XIX en la esquina de la Calle Boza (7ma.
cuadra del actual Jirón de la Unión) y la Calle San
Cristóbal del Tren (Portales San
Martín), frente a uno de los costados de la
Estación del Ferrocarril al Callao "San Juan de Dios", hoy
lugar que ocupa la Plaza San Martín, existía un
Café o
Cooffe House llamado "8 de Setiembre", de propiedad del
italiano Carlos Drago local que brindaba a los pasajeros que iban
y venían del Callao una pluralidad de platos
limeños, entre los que se contaban, chicharrones de Lima,
tamales, picantes, buñuelos, frutas de sartén
chorreando almíbar y oliendo a canela y clavo, aroma que
se mezclaba con el del humeante café y el perfume de
jazmines, azahares y madres selvas que se colaban de las cercanas
huertas limeñas. Olor a Lima. Este local de polvoriento
cartel de letras verdes, piso de ladrillo, ventanas de gruesos
barrotes y que en sus afueras se estacionan los coches, a la
espera de los pasajeros que llegaban del Callao se constituyo en
las últimas décadas del siglo pasado en el centro
de reunión de una gran cantidad de cocheros, maquinistas y
empleados del tren, algo así como el club de los
transportistas de la época. No es difícil
imaginarse el rum rum de las conversaciones sumadas al bullicio
que producían el traqueteo de los coches que se retiraban
o llegaban al café y el ruido
altisonante de las torna mesas de la estación que giraban
para cambiar la dirección del viaje de las locomotoras,
realmente un nostálgico escenario. Pero como ya nos vamos
sintiendo un poquitin sentimentalones, diremos, a otra cosa
mariposa y al transporte que es nuestro tema.

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Por aquellos años el precio del
servicio de coches de alquiler dentro de los límites de
la ciudad era de S/. 0.30 centavos de Sol; pero, si el viaje era
de 3 personas, la tarifa subía a S/. 0.40 centavos, y con
4 pasajeros a 1/2 Sol. Si se viajaba con un niño,
éste no pagaba pasaje, pero por cada niño adicional
al primero se pagaba S/. 0.10 centavos. Lima tenía 103
coches de plaza y los limeños podían solicitar su
servicio al teléfono No. 1129, instalado en las
Oficinas del Gremio de Cocheros situada en la esquina de
Mercaderes y Mantas, es decir, en pleno Jirón de la
Unión y Plaza de Armas. ([12]) Los
coches también eran contratados por horas, y los precios eran
de S/. 1.00 la hora y de S/. 0.20 centavos por cada cuarto de
hora adicional. La primera hora se pagaba íntegra, aun
cuando no hubiese transcurrido por completo y el tiempo excedente
era contabilizado siempre por cuartos de hora.

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En los primeros años del siglo XX los pasajeros se
quejaban de la negativa de los aurigas (cocheros) de servirlos en
travesías largas por los alrededores de la ciudad,
limitándose a viajes por la Plaza Principal, el
jirón Trujillo o el Paseo Colon ya que sus caballos
enclenques y maltratados no resistían servicios a las
afueras. ([13])

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Desde ese entonces hasta la década de 1920, en la que
desaparecieron los coches, las tarifas sufrieron una relativa
alza, muy por debajo de otros servicios. La carrera para uno o
cuatro pasajeros costaba S/. 0.50, y la hora S/. 1.50,
considerándose S/. 0.30 centavos cada cuarto de hora
adicional. Ya el servicio de taxi en automóvil, que
desplazaba al coche, cobraba S/. 0.50 por carrera de uno o dos
pasajeros, y S/. 0.10 más por pasajero adicional; S/. 3.00
la hora y S/. 0.75 por cuarto de hora adicional. Además,
el taxi introdujo las tarifas especiales de S/. 5.00 la hora,
cuando los viajes se realizaban circulando por las avenidas a La
Magdalena (hoy Av. Brasil), del
Ejército o Leguía (hoy Av. Arequipa). Ese mismo
precio de S/. 5.00 se empleaba para los cortejos fúnebres,
mientras que las carreras para la Plaza de Acho, el
Hipódromo de Santa Beatriz o el Cementerio General
costaban S/. 1.00, es decir, el doble de la tarifa normal.

Como podrá apreciarse, cien años atrás
nuestros bisabuelos sabían qué tarifa abonar por
los servicios, y no perdían tiempo discutiendo
precios.

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El presidente Augusto Bernardino
Leguía en su coche presidencial (años 20 del siglo
XX

Los coches iniciaron su retirada de Lima con la llegada de los
automóviles en la primera década del Siglo XX, y
con la novedosa implementación del transporte en
ómnibus en el año de 1921, en las Avenidas
Leguía (hoy Arequipa) y Avenida La Magdalena (hoy Brasil.)
En estos años veinte, los coches desaparecieron totalmente
dando paso al automóvil, que ingresó a la Ciudad
agresivamente, contando, además, con una gran promoción por parte del Gobierno de
Augusto B. Leguía. Los últimos coches que
circularon fueron los de Palacio de Gobierno que en número
de media docena, sirvieron hasta mediados de la década del
sesenta del siglo XX en las ceremonias oficiales. Sin embargo,
las carretas sobrevivieron algunos años más
obligándose las autoridades a dictar la Resolución
Suprema del 17 de marzo de 1930, que resolvía:

"…conceder un plazo improrrogable de sesenta días
para que las carretas de la baja policía y los que sirven
para el transporte de verduras y otros artículos para los
abastecimientos de los mercados de la
ciudad puedan traficar por calles pavimentadas con concreto
asfáltico, vencido el plazo les será absolutamente
prohibido…". ([14])

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Aun en 1946 se registraron en la Dirección General de
Tránsito, 146 carretas, en 1951 67 y, en 1961 12, que
circulaban por los caminos de tierra de la capital. Hoy
no existe ninguna registrada en la Gerencia
Municipal de Transporte Urbano de Lima.

 

 

 

 

Autor:

Juan Carlos Arroyo Ferreyros

El cochero del virrey

Horrillos, 2009-11-28

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[1] .- Riva Agüero, José de la,
Por la Verdad, la Tradición y la Patria, Lima, 1938 tomo
II Pág. 240

[2] .- Palma, Ricardo, en su tradición
Un Virrey hereje y un campanero bellaco.

[3] .- Las Casas de balancines, funcionaban
al mas puro estilo de las cocherias madrileñas o
parisienses. Al respecto de estas ultimas, diremos, que un tal
señor llamado Nicolas Sauvage inicia en el Paris de
1640, el alquiler de carrozas por horas o por día.,
constituyéndose en el precursor del moderno Rent Car. A
sus carruajes se les motejo con el apelativo de "fiacres"
denominación que usaron los coches de alquiler franceses
hasta la llegada de los taxis en automóvil; este
nombrecito se origino según versión del
historiador George Claretie, porque frente a la cocheria de
Sauvage colgaba en una especie de insignia la imagen de San
Fiacre, ya sea por ser usado como referencia, por la
religiosidad de los cocheros o sabe Dios por que mecanismo de
extensión, los coches de Sauvage y los que llegaron
después se les llamo "fiacres. Pero fue un señor
de apellido Givry, también en Paris, en 1657, quien
creativa y originalmente se le ocurre sacar sus coches a la
calle estableciendo "paraderos" y "estaciones" en diversos
lugares de la ciudad, donde los pasajeros podían
contratar las carreras o servicios, desde las 7 de la
mañana a las 7 de la noche; había nacido el taxi
de estación. Sin embargo esto no quedaba ahí, los
cocheros podían aceptar pasajeros en su recorrido de
retorno de las carreras contratadas, indudablemente era el
nacimiento del "ruletero" Era la aparición del taxi en
su mas amplia y moderna concepción.

[4] .- Lumbrarada o lumbrera; lumbre grande
con llamas, cuerpo que despide luz. Desfile de
antorchas. De esto nos dice Gálvez en "Estampas
Limeñas": ". En pleno siglo XVI, con ocasión de
la llegada de los primeros Oidores de la Real Audiencia del
primer Virrey, de los ecos resonantes de la victoria de
Lepanto, de los anuncios de nacimientos de príncipes y
entradas de nuevos Gobernantes, hubo lumbraradas y tal cual
desfile de Caballeros con hachones llameantes…" Gálvez
Barrenechea, José.- Obras Completas tomo IV.
Págs. 125- 126. – Okura Editores S.A. Lima, 1985.

[5] .-La tarasca es una figura de sierpe
monstruosa con una boca muy grande que en España
se acostumbraba a sacarla acompañando la
procesión del Corpus. Esta especie de Dragón
Chino se empleaba en el Perú en más de una
festividad. Nos ilustra también sobre esto
Gálvez: ".Muy en pañales el siglo XVII, cuando
las cuestiones de la Limpia Concepción, las luminarias,
los fuegos, con su Tarasca vomitando llamas, los Castillos con
sus palomas encendidas y sus buscapiés acá
llamados buscapiques, mantuvieron a la ciudad en alborotos y
vigilias alborozadas.Había.sierpes de siete cabezas,
montes, piletas, angeles y hasta diablillos." Gálvez
Barrenechea, José.- Obras Completas.- Tomo IV.-
Pág. 126. – Okura Editores S.A. Lima 1985.

[6] .- Gerbi, Antonello.-Caminos del
Perú.- Historia y actualidad de
las comunicaciones viales.-Imprenta T.
Sheuch S.A. – Lima 1943..- auspiciado por el Banco de
Crédito del Perú y Publicado con
ocasión del V Congreso Panamericano de Carreteras.

[7] .- En algunos casos, las calesas dadas de
baja por sus propietarios eran acondicionadas como
balancines.

[8] .- A mediados del siglo XV se construyo
el primer coche de pasajeros en Kocs, Hungría.
Tenía un sistema de
suspensión de flejes e iba tirado por caballos, pronto
se extendió por toda Europa y al
llegar a Inglaterra en
el siglo XVI se le llamo "coche".

[9] .- Fuentes, Manuel Atanasio.- Apuntes
Históricos, descriptivos y de costumbres.-1887.
-Reimpreso por el Fondo del Libro.-Banco
Industrial del Perú 1988.

[10] .- Fuentes, Manuel Atanasio – Estadística General de Lima.-1858

[11] .- Fuentes, Manuel Atanasio.
Estadística General de Lima.-1858.

[12] .-. Guía de Lima Callao y sus
alrededores .-de Cisneros-García.-Imprenta del
estado.-Lima 1898.

[13] .- Diario La Prensa.-
Lima,16 de enero de 1904

[14] .- Wagner José.-Lima en el Primer
Centenario de la Independencia del Perú.-Editado por el
Concejo Municipal de Lima.

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